lunes, 1 de febrero de 2010

El Puente Canto, de Canencia

El municipio de Canencia está situado en pleno Valle del Lozoya, a los pies del puerto del mismo nombre. Alejado de las grandes rutas turísticas, ha sabido hacerse un hueco en el subsector del turismo rural, gracias a su generosa naturaleza y a su pequeño, pero relevante, patrimonio histórico-artístico.

En su término municipal, existen tres puentes medievales, en un excelente estado de conservación, levantados sobre el Arroyo de Canencia, uno de los principales afluentes del Río Lozoya. Han sido recientemente restaurados por la Comunidad de Madrid y, junto con otros puentes de la zona, forman parte de la denominada Ruta de los Puentes Medievales.


El Puente Canto, aguas arriba. 


Vista del puente, aguas abajo.

Nos detenemos hoy en el Puente Canto, del que no se sabe exactamente su fecha de construcción, si bien su origen puede situarse en el siglo XIV, si nos atenemos a las referencias que de él hace el rey Alfonso XI (1311-1350) en su Libro de la Montería. 

Otros autores apuntan a que puede tratarse de una reconstrucción del siglo XV a partir de una estructura anterior. Hasta 1991 estuvo utilizándose para usos ganaderos, función que en la actualidad desempeña un puente moderno, erigido en sus inmediaciones.

Tiene forma de lomo de asno y está constituido por dos arcos de medio punto, de dimensiones muy desiguales, como consecuencia de su ubicación entre dos orillas de distinta rasante. La verdad es que todo en él es asimétrico. 

No sólo sus dos ojos presentan tamaños muy diferentes, sino que también el tablero se desnivela en su recorrido, deslizándose en suave pendiente de un lado y precipitándose con cierta brusquedad del otro, hasta tocar el suelo.


Detalle del tablero, con la rasante en forma de lomo de asno.

La falta de simetría es también manifiesta en los restantes elementos de la estructura. Aguas arriba, presenta un único tajamar, de planta semicircular y sombrerete cónico, instalado en las juntas de los dos arcos. 

Aguas abajo, hay dos contrafuertes, uno de planta cuadrangular de grandes dimensiones, emplazado igualmente entre los vanos, y otro mucho más pequeño, junto al arranque del ojo más pequeño. El contrafuerte mayor llega hasta el tablero del puente, donde hay dispuesto un mirador.


Detalle del mirador existente en el tablero.

En cuanto a su fábrica, la parte inferior del puente está construida en sillares, así como el tajamar y los contrafuertes, mientras que la parte superior es mampostería. El tablero está pavimentado con bolos de piedra, que posiblemente se encuentren en el origen de su nombre.

De los tres puentes medievales que tiene Canencia, éste es el único articulado en dos arcos. El de Cadenas, situado en sus proximidades, unos 500 metros aguas arriba, presenta sólo uno, al igual que el Puente de Matafrailes, mucho más alejado. Tal vez éste sea el más impresionante de los tres, por su considerable altura. Pero ya nos ocuparemos de él en otro artículo.

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