lunes, 10 de mayo de 2010

Las casas rústicas de los jardines románticos

A finales del siglo XVIII y principios del XIX se pusieron de moda los llamados caprichos como elementos ornamentales y recreativos de los jardines, en consonancia con los gustos románticos de la época.

Se trataba de pequeñas edificaciones, tales como pabellones, quioscos, templetes, cenadores o casinos, que recreaban modelos arquitectónicos singulares, generalmente de procedencia exótica, buscando la tematización.

Uno de esos caprichos eran las casas rústicas, llamadas así por los materiales empleados, como maderas, corchos o adobe, que ejemplificaban el entorno rural que se intentaba emular, aunque siempre desde una perspectiva idealizada.

En Madrid fueron erigidas varias casas rústicas, tanto en jardines privados como en dependencias reales. Realizamos un breve recorrido por cuatro de ellas, siguiendo un orden cronológico de construcción: la Casa de la Vieja, la Casa del Pobre, la Casa Persa y el Chalé del Corcho.

La Casa de la Vieja

La Casa de la Vieja, del Jardín de El Capricho, ofrece una elocuente muestra de la visión paisajística del romanticismo.

Se hizo entre 1792 y 1795, a imagen y semejanza de una casa de labradores, como las que seguramente había en la finca, antes de que los Duques de Osuna levantaran sobre ella uno de los más fascinantes jardines que tenemos en Madrid.

Si el exterior de este pequeño edificio sorprende por su aire escenográfico, el interior, actualmente vacío, era una función teatral en toda regla.

No sólo había enseres típicos de una casa de labranza, sino también imitaciones de alimentos hechas en madera. Pero lo más curioso era la presencia de dos maniquíes, que representaban a un muchacho y a una anciana hilando, y de un autómata, caracterizado como un labriego.



La Casa del Pobre

La desaparecida Casa del Pobre, emplazada en el Buen Retiro, partía de un concepto muy similar al de la Casa de la Vieja, como puede comprobarse en la fotografía inferior, fechada en 1915.

Fue mandada construir por Fernando VII en 1819, en el contexto de las obras del denominado Jardín Reservado, con el que el monarca intentó revitalizar el maltrecho Real Sitio, tras los destrozos de la Guerra de la Independencia.

El proyecto de recuperación y mejora de los jardines se centró preferentemente en el cuadrante noroeste. Se debió a Isidro González Velázquez, quien diseñó una serie de edificios singulares, los llamados caprichos, como el Embarcadero del Estanque Grande, la Casa del Pescador, la Fuente Egipcia, la Noria del Contrabandista o la Montaña Artificial.

Lamentablemente, la mayor parte de este conjunto se ha perdido.



La Casa Persa

Vamos ahora con la Casa Persa, igualmente desaparecida. Como la Casa del Pobre, formaba parte del plan paisajístico y urbanístico ideado por González Velázquez para la mejora del Real Sitio del Buen Retiro. Pero su planteamiento era completamente diferente.

No fue concebida como una simulación de una casa rural, sino como un pabellón de inspiración oriental. A pesar de ello, presentaba un aspecto rústico, proveniente de los troncos de madera sin descortezar que recubrían su exterior.

Estaba integrada por dos estructuras adosadas, una de planta circular y otra rectangular, según puede verse en el grabado que reproducimos. El interior estaba decorado con sedas y objetos orientales, que le valieron el sobrenombre de Casa o Salón Persa.



El Chalé del Corcho

La última de las casas rústicas que traemos a colación está instalada en el Campo del Moro, cuya fisonomía actual responde a las intervenciones realizadas a finales del siglo XIX, siguiendo pautas paisajísticas claramente románticas.

El Chalé del Corcho es un pequeño quiosco de planta octogonal, que recuerda una choza. Debe su nombre al material con el que está construido, al menos en algunas partes de su estructura.

Fue realizado en 1898 por el arquitecto y jardinero Enrique María Repullés, a quien también se debe el vecino Chalé de la Reina, otro capricho constructivo, aunque, en este caso, se escapa del concepto de casa rústica.

9 comentarios:

  1. Hola Jesús! me gustaría aportar algo de optimismo al sugerente tema de los caprichos en el parque del Retiro. Este conjunto no está tan perdido como parece sino muy transformado e irreconocible. Ahi están la Casa de vacas (pequeño teatro de Corte), la Casa de fieras y...el Florida Park! que hacía parte de ese pabellón persa que hiciera Fernando VII para su hija Isabel.
    En el tema inicial de casas rústicas, el palacio de Linares tiene otro bonito ejemplo aunque algo apartado del concepto de rústico: la casa de muñecas,de Manuel Aníbal Álvarez.
    Saludos.

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  2. Quería rectificar en relación a la Casa de vacas, ya que no hace parte del programa de caprichos fernandinos del Retiro.
    Saludos

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  3. Hola VallekAna. Gracias por tu comentario. Estos caprichos constructivos del romanticismo eran realmente singulares. Saludos!

    Hola Marcelo. Es verdad. Se conserva mucho más de lo que imaginaba. Incluso la Noria del Contrabandista, aunque transformada en el Florida Park. Y gracias por el recordatorio del Palacio de Linares, que, aunque "tematizado" en una casa de muñecas, no lo tenía en lista. Un abrazo, Jesús

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  4. Siempre eliges temas muy bonitos, Jesús. Estas construcciones tienen mucho encanto, son verdaderamente caprichos, es una suerte que no se hayan perdido todos.
    saludos!

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  5. Conozco la dos que quedan, la del Capricho y la del Campo del Moro.No tenía ni idea de su historia.

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  6. Muchas gracias, Mercedes. Es fácil elegir temas bonitos teniendo una referencia tan fantástica como es la de tu blog. Un abrazo, Jesús

    Muchas gracias a ti también, Dani, y un abrazo fuerte, Jesús

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  7. Bonita entrada. Ojalá vuelva la afición a las construcciones lúdicas y fantásticas en los parques, en vez de tanto culto a las esplanadas de granito.

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  8. Muchas gracias Carlos. Estoy de acuerdo contigo, hoy día los espacios públicos adolecen de la visión lúdica y estética de aquellos tiempos. Saludos, Jesús

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