jueves, 31 de marzo de 2011

El Puente Monumental de Arganzuela
















El Puente Monumental de Arganzuela, una de las obras estelares del proyecto Madrid Río, ya está abierto al público, después de que fuera oficialmente inaugurado el pasado 24 de marzo. Se trata de una pasarela para uso peatonal y ciclista, que comunica el Paseo de Yeserías con la Avenida del Manzanares, elevándose por encima del Parque de Arganzuela y del cauce del propio río.

Sus dimensiones son espectaculares: tiene una superficie total de 1.684 m², una longitud de aproximadamente 250 metros y una anchura entre 4 y 7 metros.
















Se debe al prestigioso arquitecto francés Dominique Perrault (París, 1953), quien ha concebido una escultura-puente, a modo de un gigantesco tirabuzón.

Consta de dos conos helicoidales, a base de aros concéntricos, que confluyen diagonalmente en una loma artificial, aunque sin llegar a tocarse. Este promontorio ha sido diseñado con una doble función: por un lado, servir de mirador y, por otro, facilitar el acceso al parque inferior, a través de una serie de caminos que descienden hasta los jardines.

Las dos helicoides se apoyan únicamente en los extremos, lo que crea la sensación de que están suspendidas en el aire. Son de acero y su diámetro oscila entre los 5 y los 12 metros.

















Se encuentran cubiertas con una malla metálica de color plateado, que recorre toda la estructura, entrelazándose con ella. Según Perrault, esta banda tiene como misión crear sombra durante el día y convertirse en un objeto luminiscente por la noche, como si fuera una enorme linterna.

Además de este efecto, el conjunto se ilumina por medio de 32 farolas y 66 luminarias, que han sido instaladas en el interior de la pasarela.



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lunes, 28 de marzo de 2011

La Fuente del Águila, de la Casa de Campo

Recuperamos la sección "Madrid fuera de Madrid", en la que seguimos la pista de aquellos restos artísticos e históricos que, teniendo un origen madrileño, han sido instalados o reproducidos en otros puntos geográficos.

En esta ocasión hablamos de la Fuente del Águila, uno de los principales elementos ornamentales de los desaparecidos jardines renacentistas de la Casa de Campo, donde estuvo hasta 1890.

En ese año fue trasladada a San Lorenzo de El Escorial, concretamente al patio central de la Casa de la Compaña, un edificio herreriano, anexo al Real Monasterio, que alberga la sede del Centro Universitario María Cristina, dependiente de la Universidad Complutense.


Fotografía de Santiago López-Pastor Rodríguez (monumentalnet.org).

Historia

El Real Sitio de la Casa de Campo surgió en el último tercio del siglo XVI, tras la compra por parte de Felipe II (r. 1556-1598) de la vivienda que la familia de los Vargas poseía en la orilla derecha del río Manzanares, así como de los terrenos colindantes.

La intención del monarca era crear un entorno privado alrededor del Real Alcázar, con una finalidad preferentemente recreativa y cinegética.

En 1562, el arquitecto Juan Bautista de Toledo (1515-1567) recibió el encargo de acondicionar tanto la finca como la Casa de los Vargas, que quedó convertida en un hermoso palacete.

Siguiendo las corrientes renacentistas de la época, dispuso sobre las fachadas varios pórticos de arcos y columnas dóricas, que favorecían la conexión del edificio con los jardines y parajes silvestres contiguos.

Enfrentada a la cara principal, trazó una plaza de planta octogonal, en cuyo centro colocó la Fuente del Águila, llamada así por el águila imperial bicéfala que la coronaba, de la que no se tiene ningún rastro.

Poco se sabe sobre el origen de esta obra, aunque se cree que fue realizada en Italia, muy probablemente en Génova, en el último tercio del siglo XVI.

Si bien algunos investigadores la atribuyen al escultor florentino Giovanni Angelo Montorsoli (1507-1563), lo cierto es que no hay consenso sobre su autoría.

Los jardines fueron objeto de diferentes transformaciones en los primeros años del siglo XVII. Una de las principales fue la instalación en 1616 de la estatua ecuestre de Felipe III (r. 1598-1621), actualmente en la Plaza Mayor, justo delante de la Fuente del Águila.

Aunque con los cambios la fuente quedó relegada y casi oculta en medio de una frondosa arboleda, todo el conjunto ganó en belleza y monumentalidad.

Esta disposición es la que reflejan las pinturas más antiguas que se conservan de la Casa de Campo, como las que reproducimos a continuación.


'Paisaje de la Casa de Campo', de Félix Castello (1634). Museo de Historia, Madrid. La fuente puede verse a la derecha, escondida entre los árboles.


'Vista de los jardines de la Casa de Campo' (detalle), Anónimo madrileño (siglo XVII). Museo de Historia, Madrid.

Descripción

A finales del siglo XVIII, el humanista ilustrado Antonio Ponz (1725-1792) hizo una detallada descripción de la Fuente del Águila, que extractamos de su obra Viage de España o cartas en que se da noticia de las cosas mas apreciables y dignas de saberse, que hay en ella (Madrid, 1772-1794):

"Más adelante en la misma calle del Caballo [por la estatua ecuestre de Felipe III], se levanta una magnífica y hermosa fuente de mármol, que consta de cuatro tazas superpuestas.

La mayor y más baja es de figura octogonal, colocada sobre tres gradas; en cada ángulo hay una cabeza de león, y haciendo pié, en la parte inferior, una garra del mismo animal.

En los espacios intermedios alternan águilas de dos cabezas y máscaras, formando con el collar del Toisón una especie de festón que pende de las cabezas de los leones, de las máscaras y de las águilas. En las molduras de dicha taza hay diferentes labores de conchas, delfines, hojas..."


Fotografía de Santiago López-Pastor Rodríguez (monumentalnet.org).

"Para sostener la segunda taza hay tres figuras de tritones. La tercera taza está sostenida por tres figuras, más pequeñas que las de abajo; son desnudos de hombres. La taza cuarta se sostiene por tres niños enteramente relevados y una columnita enmedio. Encima de la última taza hay un águila de dos cabezas y esto indica que la fuente se hizo en tiempos de Carlos V".


Fotografía de Santiago López-Pastor Rodríguez (monumentalnet.org).

La fuente se conserva en buen estado en su actual ubicación de San Lorenzo de El Escorial, si bien le faltan algunos de los elementos citados por Antonio Ponz.

Con el paso del tiempo se ha perdido la base de piedra sobre la que se asentaba, que era de forma octogonal, al igual que la plaza que presidía. También desapareció la figura del águila que le daba nombre, como ya hemos señalado.

Su titularidad corresponde a Patrimonio Nacional, el organismo que gestiona los bienes y propiedades que estuvieron en manos de la Corona.

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La serie "Madrid fuera de Madrid" consta de estos otros artículos:

miércoles, 23 de marzo de 2011

El Museo de los Caños del Peral, inaugurado

Hoy miércoles ha sido inaugurado el museo subterráneo de la estación de metro de Ópera, donde se guardan los restos de la Fuente de los Caños del Peral, de origen renacentista; de la Alcantarilla del Arenal, del siglo XVI; y del Acueducto de Amaniel, construido a principios del siglo XVII.



Los políticos ya se hicieron la foto, los medios de comunicación la difundieron y todos tan contentos de cara a la galería. Pero casi nadie ha sido capaz de llegar al verdadero meollo del asunto: debajo de toda la parafernalia de la foto inaugural, se esconde una nueva y vergonzosa demostración del absoluto desprecio de nuestros gobernantes hacia el patrimonio histórico-artístico madrileño.



Como ya comentamos hace unos días, se confirma que la musealización de los vestigios hallados bajo la Plaza de Isabel II ha supuesto la mutilación de los mismos, así como su desplazamiento con respecto a su ubicación primitiva.

El Acueducto de Amaniel ha sido salvajemente troceado. Tan sólo se exhibe un pequeño fragmento, mientras que la mayor parte de la estructura yace seccionada en los almacenes municipales de la Casa de Campo, según hemos podido leer en algunos foros.



Tampoco la fuente está en su totalidad, ya que se ha optado por mostrar únicamente cinco metros, de los treinta y cuatro de los que consta la obra original. Nos dicen que la parte que no ha sido musealizada ha vuelto a ser enterrada. ¿Será verdad?



Si esto ha ocurrido con uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de la historia de Madrid, por la envergadura de lo encontrado y su buen estado de conservación, ¿que no habrá pasado y pasará con los restos de menores dimensiones?


Dibujo existente en el museo, en el que se recrea el primitivo aspecto de la fuente, del acueducto y de la alcantarilla.

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- Inquietudes arqueológicas (1)
- Inquietudes arqueológicas (2)

lunes, 21 de marzo de 2011

Los pozos milagrosos de San Isidro

En nuestra reciente visita a la Casa de Iván de Vargas, tuvimos la oportunidad de ver uno de los cuatro pozos milagrosos que tradicionalmente se han vinculado a San Isidro Labrador (1082-1172). Hoy seguimos la pista de todos ellos.


'El milagro del pozo', de Alonso Cano (1648). Museo del Prado.

Museo de los Orígenes

Este museo tiene su sede en un palacio del siglo XVI, situado en la Plaza de San Andrés, en cuyo solar estuvo antiguamente una de las muchas casas que el linaje de los Vargas, uno de los más poderosos del Madrid medieval, tenía repartidas por la ciudad.

Se cree que San Isidro vivió en este lugar, como sirviente de esta influyente familia. De hecho la tradición localiza aquí el llamado milagro del pozo, gracias al cual el santo pudo salvar a su hijo de morir ahogado, haciendo subir las aguas hasta el brocal.

Lo milagroso es que el pozo haya llegado hasta nosotros. Se encuentra dentro del museo y tiene una profundidad de 27 metros, a los que hay añadir tres metros más de agua potable.


El pozo existente en el museo, en una imagen de 2008.

Iglesia de Santa María la Antigua

Esta iglesia del siglo XIII, ubicada junto al cementerio de Carabanchel, guarda en su interior un pozo medieval, que fue descubierto en 1997, durante los trabajos de restauración llevados a cabo por la Comunidad de Madrid.

El depósito tiene una profundidad de 13,5 metros y está hecho en ladrillo, con el brocal de piedra. Se supone que a él acudía San Isidro para dar de beber a sus bueyes.

Santa María la Antigua se disputa con el Museo de los Orígenes la titularidad del milagro del pozo, aunque el templo ya va sobrado de este tipo de hechos extraordinarios, pues la creencia popular también sitúa aquí el milagro del lobo. Según éste, San Isidro consiguió librar a un burro del ataque de un lobo, encomendándose a Dios en oración.

Sea como sea, no cuadran las fechas. La iglesia fue construida al menos un siglo después de que el santo muriera, con lo cual, haciendo caso de la tradición, tendríamos que suponer que los milagros se produjeron a campo abierto o sobre una edificación primitiva.

En cualquier caso, no parece descabellado pensar que la iglesia se decidiera levantar sobre un pozo al que los fieles atribuían propiedades curativas y milagrosas.


Vista del pozo, poco después de ser descubierto por el equipo de arqueólogos que intervino en la Iglesia de Santa María la Antigua, a finales del siglo XX (nova.es). Por entonces, aún no había sido restaurado.

Colegiata de San Isidro

Se dice que San Isidro fue zahorí antes que labrador. Y que, fruto de este oficio, fue la apertura de numerosos pozos por toda la ciudad y sus inmediaciones.

Uno de ellos pudo ser el depósito que actualmente se conserva bajo la Capilla de la Inmaculada, en la Real Colegiata de San Isidro, en la Calle de Toledo.

Fue construido para uso de la familia de los Vera, que, durante la Edad media, fue propietaria de una casa en el solar que hoy ocupa el templo.


Vista de la capilla, con el pozo en primer término, señalado con una flecha (archimadrid.es).

Casa de Iván de Vargas

El pozo de la Casa de Iván de Vargas es, sin duda alguna, el de mayor valor artístico de todos los que se relacionan con el santo. Frente al aspecto rústico de los otros tres, éste tiene labrado en el brocal un relieve, donde se representa a San Isidro mediante rasgos esquemáticos, característicos de la Edad Media.

Se encuentra en uno de los dos patios del inmueble, que, como ya hemos señalado en otra ocasión, fue demolido en 2002 y reconstruido para ser habilitado como biblioteca municipal. Se trataba de un edificio renacentista, levantado sobre los restos de un caserón medieval, donde residía Iván de Vargas, patrono de San Isidro.

A pesar de las diferentes intervenciones arquitectónicas sufridas por la vivienda a lo largo del tiempo, el pozo ha sido respetado y conservado, debido a su directa vinculación con el santo.

De hecho siempre ha sido objeto de culto por parte de los madrileños, con las consiguientes molestias a los dueños de la casa, que consentían resignados el constante desfile de peregrinos por su propiedad.

Para evitar estos trastornos, en la década de los cincuenta del siglo XX, el Ayuntamiento de Madrid ideó un plan de acceso directo al pozo desde la calle, que no pudo llevarse a cabo, en el que se contemplaba la instalación de la portada gótica del Hospital de la Latina.

Lo ocurrido posteriormente ya lo conocemos. La Casa de Iván de Vargas quedó abandonada, ante el desinterés y la desidia municipal, hasta su arruinamiento y destrucción final.


Imagen de San Isidro, labrada en el pozo de la Casa de Iván de Vargas (marzo de 2011).

jueves, 17 de marzo de 2011

Inquietudes arqueológicas (2)

Completamos el reportaje "Inquietudes arqueológicas" con algunas preguntas sobre los vestigios aparecidos en el solar de del Museo de Colecciones Reales, el paradero de las Puentes Toledana y Segoviana y las piezas históricas que se han perdido durante la reconstrucción de la Casa de Iván de Vargas.

Museo de Colecciones Reales

La edificación de este polémico museo, a los pies de la Catedral de la Almudena y junto al Palacio Real, ha permitido descubrir restos de primer orden para comprender el origen y la evolución de Madrid.


Estado de las obras del museo en junio de 2010. 

Sin embargo, aún no conocemos la verdadera cuantía y naturaleza de todo lo que se ha encontrado, más allá de algunos elementos de gran magnitud, como el magnífico lienzo de muralla musulmana. Y las informaciones aparecidas son tan desconcertantes, sorprendentes, contradictorias y, sobre todo, tan poco fundamentadas que no es de extrañar que andemos un poco perdidos sobre la trascendencia de los hallazgos.

Por ejemplo, el pasado 20 de febrero la prensa publicó que las excavaciones arqueológicas realizadas obligaban a retrasar el nacimiento de Madrid como ciudad al siglo XII y que, con anterioridad, sólo cabía hablar de un simple acuartelamiento militar. Y todo ello porque se habían descubierto unas viviendas, que parecían corresponder a ese siglo.

De un plumazo y sin más explicaciones (las estamos esperando), se echaban por tierra años y años de sólidas investigaciones, a cargo de acreditados historiadores, en las que se evidencia que Madrid, en el siglo IX, no sólo era una almudayna (ciudadela, de carácter militar), sino también una medina (ciudad, de carácter civil).

Y si no, ¿dónde hubiéramos metido a los afamados astrónomos Maslama al-Mayriti y su hija Fatima al-Mayriti, nacidos en el siglo X y considerados los primeros madrileños con nombre conocido? ¿O es que fueron fruto de un insólito apareamiento entre machos militares, acuartelados en la guarnición madrileña?


Restos arqueológicos bajo la explanada de la Almudena. Imagen capturada del vídeo explicativo de la arqueóloga Esther Andréu, donde ésta aduce que Madrid surgió como ciudad en época cristina y no islámica (25 de febrero de 2011).

Lo más asombroso del asunto es que, apenas nueve días antes, Emilio Tuñón, uno de los arquitectos del nuevo museo, ofreció una versión muy diferente, durante una conferencia celebrada en Pamplona, en la Universidad de Navarra.

No sólo señaló que las viviendas a las que nos acabamos de referir eran del siglo IX, sino que se hizo eco de algunos descubrimientos arqueológicos poco divulgados, como es el caso de un yacimiento carpetano (donde él situaba el verdadero origen de Madrid) y de varios enterramientos de esclavos cristianos.

Todo un cúmulo de paradojas que nos llevan a pensar mal. ¿No será que estamos ante una campaña de intoxicación informativa o, mejor dicho, desinformativa? ¿No será que nos quieren despistar sobre el destino final de los restos encontrados, que, en su mayoría y al margen de los que van a ser musealizados, terminarán nuevamente bajo tierra o, sencillamente, destruidos?

Esperemos que este mal pensamiento sólo sea una conjetura sin fundamento y que pronto nos tengamos que morder la lengua. A ver cómo se desarrollan los acontecimientos.

Puentes Segoviana y Toledana

Puestos a ser desconfiados, nos preguntamos por el paradero de las puentes Segoviana y Toledana, antecedentes medievales de los actuales puentes de Segovia y Toledo, cuyos vestigios aparecieron durante las obras de soterramiento de la M-30.

Aún recordamos cómo la Comunidad de Madrid instó al ayuntamiento para que instalara los restos de la Puente Segoviana, por ser los más completos, en uno de las jardines surgidos dentro del Proyecto Madrid Río, en un lugar próximo a su enclave primitivo.

Cuando éste está a punto de ser finalizado, al menos en sus principales fases, el rastro de la vieja estructura parece haberse perdido.

El primitivo Puente Segoviana. Detalle del dibujo de Anton van den Wyngaerde (Biblioteca Nacional de Viena).

Casa de Iván de Vargas

Terminamos con un tema que hemos abordado hace poco: la Casa de Iván de Vargas. Este edificio del siglo XVI, tradicionalmente vinculado a San Isidro, fue demolido en 2002 para ser reconstruido y habilitado como biblioteca.

Durante las obras han desaparecido valiosos elementos arquitectónicos y ornamentales, caso de la portada y de un escudo renacentista. Si esto ha ocurrido con diferentes piezas de la fachada, que eran visibles al público, ¿qué no habrá pasado con el casi desconocido interior, al que nadie podía acceder?

Quizá seamos demasiado desconfiados. Pero, visto lo visto, hemos comprobado que el respeto por el patrimonio histórico y artístico no se encuentra entre las prioridades de nuestros políticos.

La Casa de Iván de Vargas apuntalada, en una imagen histórica.

lunes, 14 de marzo de 2011

Inquietudes arqueológicas (1)

Abandonamos el tono apacible y apasionado que solemos utilizar en este blog, para adoptar un punto de vista crítico e, incluso, malhumorado.

Desde esta posición reivindicativa, trasladamos a nuestros lectores las dudas, inquietudes e interrogantes que nos han surgido en los últimos días, acerca del destino final que tendrán los restos arqueológicos descubiertos con las últimas obras urbanas.

En esta primera entrega analizamos los vestigios desenterrados durante la reforma de la Plaza de Isabel II y de la Calle de Serrano. En la segunda, que publicaremos el próximo jueves 17 de marzo, hablaremos del Museo de Colecciones Reales, de las antiguas Puentes Toledana y Segoviana -que aparecieron durante el soterramiento de la M-30- y de la Casa de Iván de Vargas.

Fuente de los Caños del Peral

Treinta y cuatro metros de fuente y sólo podremos ver un pequeño pedazo. Según hemos leído en algunos foros y periódicos, esta obra del siglo XVI, hallada en el subsuelo durante los trabajos de remodelación de la Plaza de Isabel II, ha sido dividida en dos partes, muy desiguales.


Montaje del testero norte de la fuente para su musealización (ADN, 10 de febrero de 2011).

Un fragmento de apenas cinco metros será exhibido dentro del nuevo museo que está a punto de inaugurarse en el interior de la estación de metro de Ópera. El otro, de 29 metros, el que mejor nos podía dar una idea de la monumentalidad de la fuente, ha vuelto a ser enterrado.

Si esto se confirma (que parece que sí), nos quedaremos sin ver, en su auténtica envergadura, uno de los descubrimientos arqueológicos más deslumbrantes de la historia de Madrid: no estamos hablando de simples vestigios, sino de una fuente grandiosa e imponente, en muy buen estado de conservación.

Debe tenerse en cuenta que la fuente no fue derribada, sino que se optó por sepultarla, en el contexto de los trabajos de nivelación de los antiguos barrancos existentes en la zona, llevados a cabo en el siglo XIX. Esto ha permitido que haya llegado hasta nosotros prácticamente entera.

La Fuente de los Caños del Peral tiene forma de L y consta de cinco caños, instalados en otras tantas hornacinas con veneras. La sección que va a ser musealizada se corresponde con el testero norte de la fuente (esto es, con la parte donde la L se dobla -así por lo menos lo entendemos-), donde sólo hay una hornacina.

Acueducto de Amaniel

En el museo subterráneo de Ópera, que ocupa una superficie de 200 metros cuadrados, tampoco caben los tres arcos de medio punto del Acueducto de Amaniel, descubiertos igualmente durante las obras de la Plaza de Isabel II.

De ahí que esta construcción hidráulica, que formaba parte de un viaje de agua del siglo XVII, haya sido mutilada, para poder ser encajada en el nuevo espacio museístico. Finalmente, sólo se van a exponer un arco y la mitad de otro.

Resulta increíble que nuestros gobernantes, tan generosos excavando túneles y más túneles de tráfico, se hayan mostrado tan ruines y mezquinos a la hora de arañar unos cuantos metros más en el subsuelo de la plaza.



Arriba, el acueducto en octubre de 2009, recién descubierto. Abajo, restaurado y seccionado, en el año 2011 (ADN, 10 de febrero de 2011).

Cerca de Felipe IV

Se ha inaugurado el último de los aparcamientos excavados bajo la Calle de Serrano y los restos de la Cerca de Felipe IV (siglo XVII), que aparecieron durante las obras, siguen ocultos. Se trata de un lienzo de unos 70 metros de longitud, de los cuales alrededor de 48 se vieron afectados por la nueva infraestructura.

Según hemos podido leer en algunos medios, se está a la espera de que la Comunidad de Madrid, que anunció que los vestigios encontrados iban a ser expuestos, pueda comenzar el proyecto de musealización al que se comprometió públicamente.

Mucho nos tememos que, dados los tiempos de crisis que corren, esta promesa se quede en agua de borrajas. No sería la primera vez que nos ponen la zanahoria delante del hocico, para después dejar pasar el tiempo y todo se olvide.

Y, si no, sólo hay que echar un visto al nuevo parking construido: todo esta pluscuamperfecto, inmaculado, sin ninguna pista de que, detrás de algún muro, pueda esconderse algún resto arqueológico. Vamos, como si fuera a quedarse así toda la vida.


Excavaciones en la Calle de Serrano (El Mundo, 6 de agosto de 2009).

jueves, 10 de marzo de 2011

De vuelta al Palacio de Cañete

Regresamos al Palacio de Cañete, esta vez para visitar su interior, después de que el pasado mes de febrero fueran inauguradas las instalaciones cedidas a la Casa de Sefarad, en un acto al que asistieron los Reyes de España y el presidente de Israel, Shimon Peres.


La primera impresión es un poco decepcionante, ya que el espacio reservado a usos culturales -el que gestiona la Casa de Sefarad- se limita a apenas 1.400 metros cuadrados, que se reparten por las plantas inferiores.

Se trata de las únicas estancias que mantienen un cierto sabor antiguo, frente al aire absolutamente funcional de las restantes dependencias, aún dedicadas a funciones administrativas. 

Estas salas conservan las bóvedas originales de los antiguos sótanos, que, aunque saben a poco, nos remiten a finales del siglo XVI, cuando el palacio fue cimentado en plena Calle de las Platerías, como era conocido antiguamente uno de los tramos de la Calle Mayor.


En estos momentos, se está celebrando la exposición "Temblor y movimiento", que reúne cuadros de los pintores Asad Azi, Yair Garbuz y Daniel Quintero, los dos primeros israelíes y el tercero de origen español.


Pero tal vez la muestra más llamativa sea la de la escultora israelí Ofra Zimbalista, cuya obra Coro y Narin ha sido colocada en uno de los balcones del edificio, mirando hacia la calle. 

Se trata de pequeñas estatuas independientes, en las que se representan a cuatro personas cantando, que proporcionan una nota de color a la austera fachada del viejo caserón tardorrenacentista de la Calle Mayor.


lunes, 7 de marzo de 2011

La Casa de Iván de Vargas, destruir para reconstruir

La casa en el año 1928.

La reconstrucción que se ha hecho de la Casa de Iván de Vargas, para ser utilizada como biblioteca municipal, no debe ocultar el dramatismo que supuso la pérdida del primitivo caserón señorial, ubicado entre las calles del Doctor Letamendi y de San Justo.

Fue un derribo especialmente doloroso, no sólo porque se produjo hace tan sólo nueve años, en un momento en el que se supone que la defensa del patrimonio está completamente garantizada, sino porque tuvo como protagonista al propio Ayuntamiento de Madrid, que no fue lo suficientemente diligente para detener el proceso de ruina que afectaba al inmueble.

Y eso que éste se encontraba en pleno Madrid de los Austrias, donde tienen su sede un buen número de dependencias consistoriales, a la vista de funcionarios, técnicos y políticos.



Un poco de historia

La casa fue construida en el siglo XVI sobre los restos de un viejo edificio medieval, donde, entre los siglos XI y XII, vivió Iván de Vargas, al que, según la tradición, sirvió como criado San Isidro.

En los siglos XVII y XVIII, fue objeto de diferentes transformaciones, que afectaron, sobre todo, a la fisonomía de la fachada principal, que daba a la actual Calle del Doctor Letamendi.

Fruto de aquellas obras fue la conversión de las ventanas originales en balcones de forja artesanal, con especial mención a la hermosa rejería situada justo encima de la portada de acceso, de forma curvada.

Los primitivos blasones tardomedievales que decoraban los muros fueron recolocados, al tiempo que se instalaron otros nuevos, de factura barroca, dando lugar a una distribución asimétrica de los escudos heráldicos, muy poco frecuente en las casas señoriales.



En el siglo XIX la propiedad pasó a manos del Doctor Letamendi, un prestigioso médico de proyección literaria y musical, que ha dado nombre a la pequeña vía donde se ubicaba la entrada, antes conocida como Costanilla de San Justo o como Calle de Tentetieso, por su fuerte pendiente.

Ya en el siglo XX, otro científico, el Doctor Forns, pariente de aquel, intentó que la casa tuviera un uso museístico, sin demasiada fortuna.

En la década de los cincuenta, fue derribada la parte del inmueble que daba a la Calle de San Justo, para abrir una pequeña explanada frente a la Basílica Pontifica de San Miguel.

En realidad, esta intervención formaba parte de un proyecto mucho más ambicioso, de carácter historicista, que contemplaba el traslado de la portada gótica del antiguo Hospital de la Latina y levantar, alrededor de ella, una nueva fachada para la Casa de Iván de Vargas. Sólo pudo actuarse sobre las medianerías liberadas.

En 1994, el caserón fue declarado en ruinas, a instancias de la familia Forns Letamendi, su propietaria en aquel entonces. En 1995 se procedió a la demolición de los elementos más dañados y al apuntalamiento de los que aún podían resistir.

En 1998, el Ayuntamiento de Madrid adquirió la finca por un importe de 2,1 millones de euros y, un año después, la cedió a la Fundación Nuevo Siglo, constituida como foro de debate para el desarrollo urbano y la conservación del patrimonio arquitectónico madrileño.



En 2002, se optó por tirar completamente el edificio, tras considerarse inviable su rehabilitación, pese a encontrarse incluido dentro del Catálogo de Elementos Protegidos, con el nivel de protección estructural, el máximo posible.

Según explicó el arquitecto Ramón Andrada, su arruinamiento era tal que "no se podía mantener en pie", ni siquiera la fachada. El derribo se llevó a cabo sin licencia municipal, en pleno verano, con el entonces alcalde, José María Álvarez del Manzano, de vacaciones.

El nuevo edificio

La Casa de Iván de Vargas ha sido reemplazada por un edificio de 2.884 metros cuadrados de superficie, destinado enteramente a biblioteca, en el que se distinguen dos partes desde el punto de vista arquitectónico.

En la fachada que da la Calle del Doctor Letamendi, se ha intentando reconstruir el aspecto que tenía el viejo caserón renacentista. Incluso se han utilizado algunas piezas primitivas, caso de tres escudos heráldicos, que han regresado a su lugar de origen convenientemente restaurados.

Sin embargo, no ha corrido la misma suerte la portada original, que ha sido sustituida por una moderna reproducción.



Arriba, una fotografía histórica con la portada original (www.entredosamores.es). Abajo puede verse la actual réplica de la portada.

Mucho más lamentable resulta la desaparición del valioso escudo renacentista que había en el dintel de la portada, del que no sabemos absolutamente nada.

No sólo no ha sido replicado, sino que su sitio lo ocupa ahora una placa que antes no existía, donde aparece un adorno esquemático, junto con el nombre de la calle en la que se levanta el inmueble (esto es, la del Doctor Letamendi).


Imagen histórica con el escudo renacentista que ha desaparecido (www.madridhistorico.com).

A este respecto, recuperamos las palabras que, en el año 2002, poco después de la demolición, pronunció la concejala de IU, Inés Sabanés, y que ahora adquieren pleno significado: "siempre dicen que se va a reconstruir tal y como estaba, pero en las condiciones que se llevaban las rejas y escudos en los contenedores, dudo mucho de que puedan hacerlo".

Por su parte, la fachada que da a la Calle de San Justo se aleja de cualquier intento de reconstrucción histórica y plantea una moderna solución volumétrica, cuyo encaje frente a la Basílica de San Miguel resulta difícil de digerir, aunque hay voces que defienden enérgicamente el resultado final.


Escultura instalada en 2011, junto a la fachada de la Calle de San Justo de la nueva biblioteca.

En referencia al interior, se han respetado los huecos correspondientes a los dos antiguos patios de la casa original.

En uno de ellos, se exhibe el brocal de un antiguo pozo, donde hay labrada una imagen de San Isidro que, por sus rasgos esquemáticos, puede datarse en la Edad Media. Se recupera así otro de los pozos milagrosos del santo, que hasta ahora se había mantenido inaccesible.

Junto al pozo, yacen una basa y un capitel renacentista. La pregunta es inmediata: ¿es lo único que nos queda del primitivo patio renacentista o había otros restos, desaparecidos con los escombros?



Del interior también destacamos el magnífico ventanal, de más de dos plantas de altura, desde el cual puede contemplarse una espectacular vista de la fachada principal de la Basílica Pontificia de San Miguel.