lunes, 3 de octubre de 2011

La Casita del Príncipe, de El Pardo (2)

Seguimos con nuestra visita por la Casita del Príncipe de El Pardo (1784-85), tal vez una de las obras más desconocidas de Juan de Villanueva (1739-1811). En esta ocasión nos detenemos en su espléndido interior, así como en los jardines, que lamentablemente fueron mutilados en el siglo XX, durante el franquismo.


Decoración de Juan Bautista Ferroni en uno de los vestíbulos. Fotografía de Antonio M. Xoubanova.

Interior

El austero exterior del edificio no permite adivinar que, una vez dentro, nos vamos a encontrar con una exquisita decoración. Aunque gran parte del mobiliario original ha desaparecido, sí que se mantiene la ornamentación primitiva de las bóvedas y de las paredes, que, gracias a que el palacete apenas fue utilizado, permanece prácticamente igual que cuando fue realizada.

Todo ello estuvo a punto de perderse en el siglo XX, a causa de las humedades acumuladas en el edificio, que obligaron a clausurarlo en diciembre de 1990. Afortunadamente, los trabajos de restauración llevados a cabo entre 2005 y 2009 han permitido su recuperación y su reapertura al público.

Estamos ante una magnífica muestra de las artes suntuarias del último tercio del siglo XVIII, en la que quedan representados estilos tan opuestos como el último rococó y el neoclasicismo.

Especial mención merecen los adornos textiles, que, por su calidad y buen estado, forman un conjunto irrepetible, con creaciones que, como el terciopelo chiné a la rama que allí se conserva, son únicas en la historia del tejido.

En palabras de Lourdes de Luis, Jefe del Servicio de Restauración de Patrimonio Nacional, "lo que hoy ven nuestros ojos no es posible verlo en ningún otro palacio de Europa".

De las nueve estancias que posee la Casita del Príncipe, siete están decoradas con textiles, en concreto, con bordados de seda. Uno de los trabajos más sobresalientes son las telas azules que cubren las paredes del Salón Comedor, con uno de los colores más difíciles de conseguir en la sedería.


Salón Comedor. Fotografía de Javier Calbet (Patrimonio Nacional).

Las colgaduras fueron fabricadas en la ciudad francesa de Lyon, donde se encontraba la reconocida manufactura de Camille Pernon (1753-1808), que proveía a Napoleón (1769-1821) y a las principales cortes europeas.

La única excepción es una pieza conocida como la colgadura de Valencia, que fue realizada a mano en la capital levantina.

El tema dominante en la ornamentación textil es la naturaleza. Abundan los motivos florales y animales, no sólo en consonancia con el concepto de casa de campo que impera en la construcción, sino también con las ideas de la Ilustración, con una naturaleza reinterpretada y recreada de manera racional.

Este planteamiento ilustrado se refleja en el Gabinete de las Fábulas, donde cuelgan sedas bordadas con guirnaldas, entre las que se esconden representaciones de las fábulas más célebres de la literatura.

Pero también hay temas clásicos. Las Saleta Pompeyana, decorada con dibujos alusivos a los frescos hallados en Pompeya, es un excelente ejemplo. No olvidemos que el rey Carlos III (1716-88), padre de Carlos IV (1748-1819), patrocinó los trabajos arqueológicos que se llevaron a cabo en esta ciudad a partir de 1748.


'La feliz unión de España y Parma impulsando las ciencias y las artes' (1788). Pintura al fresco de Francisco Bayeu en el Salón Comedor.

Además de sus valiosos tejidos, la Casita del Príncipe cuenta con interesantes pinturas realizadas sobre las bóvedas. Sus autores fueron Mariano Salvador Maella (1739-1819) y Francisco Bayeu (1734-95), además de Vicente Gómez, que pintó el techo del citado Gabinete de las Fábulas.

Los dos únicas dependencias que carecen de ornamentación textil son los vestíbulos de las entradas, adornados con materiales pétreos.

El más cercano a la portada principal está recubierto con estucos polícromos y relieves escultóricos, que se deben a Juan Bautista Ferroni. El otro vestíbulo, que se extiende bajo la cúpula central, está hecho enteramente en mármol.

Jardines

A diferencia de los elementos arquitectónicos y decorativos, que han llegado hasta nosotros prácticamente intactos, los jardines han sido objeto de diversas intervenciones, bastante desafortunadas.



Inicialmente, la Casita del Príncipe estaba unida por su lado oriental con el Palacio Real de El Pardo, a través de una avenida arbolada (concretamente, de tilos), que salvaba los 400 metros de distancia que separa a ambos edificios.

No sólo este paseo ha sido eliminado, sino que el recinto ajardinado y silvestre que se extendía junto a la parte posterior del Palacio Real lo ocupan en la actualidad distintos acuartelamientos militares.

Más dramática, si cabe, es la mutilación sufrida por el jardín existente a los pies de la cara oeste de la Casita del Príncipe.

Aprovechando el desnivel del suelo, provocado por la cercanía del Manzanares, Juan de Villanueva diseñó dos terrazas, que se unían mediante una escalera-fuente de granito, de aspecto rústico.



Un eje longitudinal ponía en contacto el núcleo central del palacete con las riberas del río. A ambos lados del citado corredor se distribuían los parterres, hechos a base de plantaciones de boj, con un trazado geométrico.

De todo este conjunto sólo queda la terraza inferior. La superior fue eliminada durante el franquismo, tras la construcción de una carretera, con la que se comunica el casco urbano de El Pardo con el barrio de Mingorrubio.

Las obras también se llevaron por delante una fuente artística, que estaba enfrentada a la portada occidental de la Casita del Príncipe, tal y como puede verse en la siguiente fotografía histórica.



Con la restauración desarrollada entre 2005 y 2009, se ha intentado recomponer, en la medida de lo posible, el aspecto original que tenía el jardín. Aunque la carretera no ha desaparecido, en el solar donde antes estaba la terraza destruida se ha acondicionado ahora una plazoleta.

Y, en su punto central, se ha colocado una fuente, reconstrucción de la primitiva en lo que respecta a su base y a sus caños, si bien no ha sido posible recuperar el grupo escultórico que había anteriormente.



Véase también

- La Casita del Príncipe, de El Pardo (1)

Artículos relacionados

Otros lugares de El Pardo:
- Torre de la Parada
- El Puente de Capuchinos
- El Puente de San Fernando
- El Arroyo de Trofa
- El desaparecido Puente de El Pardo

8 comentarios:

  1. Hola Jesús:

    Magnífica entrada (como es habitual en este Blog). Yo tuve la inmensa suerte de verla recien restaurada antes de que la abrieran al público hace una par de años. La verdad es que el interior es impresionante.
    Un saludo:

    Iñigo.

    ResponderEliminar
  2. Hola Jesus. Estoy de acuerdo contigo en lo que respecta a las desafortunadas actuaciones "contra" los jardines y los aledaños de este palacete.
    Por dentro aun no lo he visto, unas veces porque estaba cerrado y otras por pereza, y eso que voy por alli (El Pardo) con bastante frecuencia, sin ir mas lejor el domingo a hacer fotos de la Berrea.
    Gracias por el post y un abrazo.

    José Casado

    ResponderEliminar
  3. Tenías razón, Jesús, el interior es impresionante, qué bonito todo. Pero es una pena lo que cuentas del jardín... aún así merece la pena verlo. Lo cuentas tan bien que dan ganas de conocerlo cuanto antes.

    ResponderEliminar
  4. Hola Íñigo:
    Gracias por tus palabras!! ¡¡Qué suerte con lo de la visita en primicia!! Haber visto la "casita" recién restaurada es todo un lujo. Imagino que seríais un grupo muy seleccionado y que os darían todo tipo de explicaciones sobre los procesos de restauración.

    Un fuerte abrazo, Jesús

    ResponderEliminar
  5. Hola José:
    Por fin conseguiste ir a fotografiar la berrea, imagino que buscándote la vida, tras la desaparición de la pasarela del río. Debe ser impresionante, verla... y escucharla.

    Un abrazo, Jesús

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Mercedes!! El interior es espléndido, da gusto visitarlo, porque, siendo tan pequeño, puedes detenerte a placer en cada sala. No es como recorrer un gran palacio (el Palacio Real, el de El Pardo...), con los guías a toda velocidad.

    Un abrazo, Jesús

    ResponderEliminar
  7. Hola Jesús,
    Felicidades por la exhaustiva exposición de la "Casita" en esta segunda parte.
    Pelín recargada la decoración interior, pero era lo "chic" en la época.
    Por las dos últimas instantáneas, veo que te tiran las comparativas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. Hola Manuel:
    Es que has creado escuela con eso de las comparativas, jeje, pero nada que ver con tus magistrales creaciones. Seguiremos tus pasos, maestro, aunque lo de la concreción y síntesis de palabras no va conmigo, me cachis!!!

    Un abrazo, Jesús

    ResponderEliminar