martes, 25 de octubre de 2011

San Miguel de la Sagra

Recuperamos la sección "El Madrid desaparecido" de la mano de San Miguel de la Sagra, una de la diez iglesias que aparecen citadas en el Fuero de 1202 y, sin duda, la más enigmática.

En este documento figura reseñada junto a Santa María, San Salvador, San Nicolás, San Juan, Santiago, San Miguel de los Octoes, San Pedro, San Justo y San Andrés, que, con una fundación anterior al siglo XIII, son las parroquias más antiguas de la capital.

Lamentablemente, sólo han llegado hasta nosotros San Nicolás y San Pedro, con elementos arquitectónicos de importancia, que recuerdan su trazado original, mientras que de San Andrés apenas se conservan unos cuantos vestigios medievales. Las restantes o bien se han perdido o bien presentan edificios de nueva planta, como es el caso de Santiago y San Justo.

San Miguel de la Sagra fue la primera iglesia madrileña en desaparecer, lo que explica que casi no existan datos sobre ella. Se desconoce cuándo fue fundada, aunque, por su ubicación junto a la fachada principal del Real Alcázar, en pleno núcleo fundacional de la villa, puede ser considerada como una de las más remotas.

Tampoco hay certeza sobre su localización exacta, ya que no existen evidencias arqueológicas o, al menos, no se han excavado. Estuvo enclavada en el Campo del Rey, en algún punto desconocido de la actual Plaza de la Armería, casi en contacto con la Plaza de Oriente.

Su nombre se explica por su proximidad con la Puerta de la Sagra, uno de los tres accesos con los que contaba la primitiva muralla musulmana, a través del cual se llegaba a la 'sagra' o campo agrícola que se extendía hasta el río Manzanares.

Pero, a diferencia de otras parroquias del Fuero que también han desaparecido, sí que conocemos su fisonomía, no ya gracias a un plano -como ocurre con el resto-, sino por medio de un dibujo artístico.



Hablamos de Le Chateau de Madrid (El Castillo de Madrid), una obra realizada por el pintor flamenco Jan Cornelius Vermeyen (1500-59) hacia 1534, que es tenida por muchos como la primera representación urbana que se hizo de Madrid (cosa que no es cierta, pues existe una anterior, en concreto, un croquis de la parte meridional de la ciudad medieval, fechado a finales del siglo XV).

Vermeyen nos muestra el alcázar madrileño visto desde el sur, con San Miguel de la Sagra a sus pies. Puede distinguirse un pequeño templo, tal vez de una única nave, con una esbelta torre de estilo románico en la parte oriental, adornada con dos galerías de arcos y cubierta a cuatro aguas.



La cercanía de San Miguel de la Sagra con el Real Alcázar motivó su destrucción en 1549, pues constituía un obstáculo para el ordenamiento urbanístico del entorno del palacio. La parroquia fue trasladada a un edificio completamente nuevo, levantado algo más al sur, al tiempo que incorporó una nueva consagración, la de San Gil.

Con el paso del tiempo, la advocación de San Gil se impuso en el imaginario popular, quedando la primitiva en el olvido, quizá porque en Madrid ya existía otra parroquia de San Miguel (San Miguel de los Octoes, en el solar que hoy ocupa el Mercado de San Miguel).

En el año 1606, San Gil el Real fue transformado en convento franciscano por deseo del rey Felipe III (1578-1621), coincidiendo con el retorno de la Corte a Madrid desde Valladolid.

En 1616 fue inaugurado un nuevo complejo conventual, según proyecto de Juan Gómez de Mora (1586-1648), que se mantuvo en pie hasta el reinado de José I Bonaparte (1768-1844), cuando fue derribado en el contexto de las remodelaciones urbanísticas impulsadas por el monarca. El célebre plano de Pedro Texeira, de 1656, nos da una idea de cuál era su aspecto.

6 comentarios:

  1. ¡Magnífico artículo, don Jesús!
    Fantástica contribución para dar a conocer el esclarecimiento de los cambios de nuestro querido Madrid.
    Nunca me había fijado en la torre semi oculta del grabado de Vermeyer.
    Por cierto, ¿quién mando nacer a José Bonaparte?¡Qué daño hizo a la fisonomía de la ciudad!
    Felicidades.
    Un abrazo.

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  2. Esa imagen de Vermeyen es maravillosa, para no cansarse de mirarla...
    Completísima descripción, como siempre, magnífica.
    Gracias, Jesús.

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  3. Hola Manuel:
    Es que, después de las actuaciones urbanísticas de José Bonaparte, nos quedamos prácticamente sin patrimonio medieval. Dichoso rey plazuelas...

    Un abrazo, Jesús

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  4. Hola Mercedes:
    ¿Verdad que el digujo de Vermeyen es muy sugerente? Supongo que ésa sería la vista, o muy parecida, la que se divisaría desde la Calle del Factor, que comentas en tu blog.

    Un abrazo, Jesús

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  5. Solo me llama la atención algo...
    Una torre románica???, no sé... no llego a imaginar algo semejante en la ciudad de Madrid.
    Que manía tenía Don José Bonaparte en dejarlo todo diáfano. Te imaginas que su locura de derribar todo entre el Palacio y la Puerta del Sol se hubiera llevado a cabo?... Que cantidad de granito pondría hoy el Ayuntamiento en semejante espacio.

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  6. Hola Bélok. Bueno, tal vez románico-mudéjar, el románico de ladrillo que llegó de tierras castellanas y del que quedan algunos exponentes en la Comunidad de Madrid (pocos, pero los hay).

    Completamente de acuerdo con el proyecto "avasallador" de José Bonaparte. Tendríamos un espacio diáfano, completamente engranitado, jeje.

    Un abrazo, Jesús

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