lunes, 26 de marzo de 2012

Colegio El Porvenir

Buscando los lugares menos conocidos de nuestra ciudad, llegamos a la Calle de Bravo Murillo, donde se encuentra el Colegio El Porvenir, un bello edificio de ladrillo de finales del siglo XIX.



Se trata del primer centro de enseñanza evangélica que se creó en nuestro país. Fue inaugurado el 31 de octubre de 1897, coincidiendo con el Día de la Reforma, una festividad de gran tradición en diferentes comunidades protestantes.

Su fundador fue Federico Fliedner (1845-1901), un pastor, teólogo y humanista alemán que llegó a España a la edad de 24 años, para divulgar la doctrina luterana.

El Colegio El Porvenir fue pionero, junto a la Institución Libre de Enseñanza, en la educación mixta. En sus inicios fue tanto un internado como un externado de formación secundaria, donde llegaron a cursar estudios entre 200 y 350 niños, pertenecientes, en su inmensa mayoría, a familias humildes.

La construcción del centro estuvo plagada de dificultades. A la escasez de fondos se añadió la férrea oposición de la clase política, que -pese a que la libertad de culto llevaba varios años reconocida en España- era especialmente reticente a este tipo de iniciativas, tan alejadas de la órbita católica.


Postal del año 1904.

Fliedner consiguió salvar esta resistencia, gracias a la relación de amistad que le unía con Antonio Cánovas del Castillo (1828-97), por aquel entonces Presidente del Consejo de Ministros, y también con el Conde de Romanones, alcalde de Madrid en 1894 y en 1897.

Tampoco fue fácil encontrar un arquitecto español que aceptara levantar una escuela evangélica, pues se entendía que una obra de estas características podía comprometer futuros encargos.

Finalmente, el proyecto recayó sobre Joaquín Kramer Arnaiz, de origen alsaciano, a quien los madrileños debemos el Hotel Asturias (1908) y el Pabellón Soler (1909), de la Institución Libre de Enseñanza, entre otras edificaciones.

Kramer hizo los planos en 1894. Por expresas indicaciones políticas, evitó que el colegio tuviese apariencia de institución religiosa, a diferencia de los centros escolares católicos surgidos en la época, fácilmente identificables como tales.

De ahí el singular aspecto del edificio, más parecido a un gran hotel o a un palacio que a un colegio propiamente dicho. Nada hace pensar que, detrás de sus muros, se extienden aulas, despachos, dependencias administrativas e, incluso, una iglesia.

Su estilo es ecléctico. Aparecen rasgos característicos de la arquitectura palaciega de la Europa continental, como la disposición escalonada de las fachadas, que se combinan con cubiertas abuhardilladas de pizarra, típicamente parisinas, o con elementos neogóticos.



Pero también hay una evidente conexión con el neomudéjar madrileño, corriente que, en aquellos momentos, estaba en pleno auge, sobre todo en los nuevos barrios de los ensanches. Su tipo de fábrica, con claro predominio del ladrillo, es toda una declaración de intenciones en este sentido.

En 1928 se procedió a la reforma y ampliación de las instalaciones, trabajos que corrieron a cargo de Pedro Farros y Velasco.

En la actualidad, el colegio continúa con su actividad de formación, al tiempo que sirve de sede a la Fundación Federico Fliedner.

martes, 20 de marzo de 2012

El Portal de Cofreros



El Portal de Cofreros, uno de los nueve accesos de la Plaza Mayor, se encuentra en la parte alta de la Calle de Toledo. Se trata de un espacio porticado, poblado hoy día por numerosos bares, restaurantes y terrazas, que, en su tiempo, acogió una intensa actividad  mercantil de la mano del gremio de cofreros, establecido en esta zona desde el periodo tardomedieval.

El aspecto actual de este recinto es fruto de las actuaciones realizadas a finales del siglo XVIII y principios del XIX, tras el incendio de la noche del 16 de agosto de 1790, que asoló la Plaza Mayor. El fuego se inició en el Arco de Cuchilleros y se propagó rápidamente por los lados occidental, que desapareció por completo, y también por el meridional, que quedó destruido parcialmente.


'Vista de las ruinas de la Plaza Mayor de Madrid' (1790). Museo de Historia de Madrid.

En su calidad de arquitecto mayor de la villa, Juan de Villanueva (1739-1811) se responsabilizó de las labores de reconstrucción. Dada la magnitud de las pérdidas, buscó una solución integral, con importantes intervenciones tanto en la plaza como en los accesos afectados, entre ellos el portal que ocupa nuestra atención. El resultado fue una sustancial transformación del trazado original de Juan Gómez de Mora (1586-1648).

En lo respecta al Portal de Cofreros, Juan de Villanueva replicó el modelo planteado para la Plaza Mayor, con el mismo tipo de pórtico adintelado e inmuebles de tres plantas, siguiendo la línea propuesta para los lienzos de la plaza, que, antes del incendio, constaban de cinco alturas.

Su proyecto contemplaba la construcción de seis edificios en cada flanco de la calle, soportados cada uno de ellos sobre una estructura porticada de cuatro vanos, excepto los más próximos a la plaza, que presentaban solamente tres. Para adaptarse a la pendiente de la vía, los edificios quedaban escalonados.


'Diseño demostrativo de cómo debe construirse el Portal de Cofreros'. Juan de Villanueva (1790). Biblioteca Nacional de España.

Sin embargo, si se pasea por el Portal de Cofreros, puede comprobarse que el lugar no concuerda plenamente con el diseño que se acaba de describir. El recinto presenta fallos arquitectónicos notables y adolece, en algunos tramos, del espíritu armónico y equilibrado característico de la obra de Villanueva.

No todos los inmuebles mantienen la misma altura, al tiempo que se utilizan varios tipos de soportales o se recurre a medidas desiguales para separar los pilares.



La explicación a todos estos desmanes hay que encontrarla en la modalidad elegida para la ejecución de las obras, que se dejó enteramente a la iniciativa de particulares. Los edificios se construyeron en plazos de tiempo muy dilatados, sin seguir al pie de la letra las pautas dadas por Villanueva.

Lo más curioso es que el arquitecto tuvo que aportar a cada promotor, caso a caso y durante el resto de su vida, el plano de detalle correspondiente a su fachada.


El Portal de Cofreros en octubre de 1936, pocos meses después del estallido de la Guerra Civil.

domingo, 11 de marzo de 2012

El Bosque del Recuerdo

Cuando se cumplen ocho años de los atentados del 11 de marzo, nos dirigimos al Bosque del Recuerdo, para rendir homenaje a las 191 víctimas que perdieron la vida en aquella fatídica fecha y al agente de las fuerzas armadas que murió días después, en las explosiones de Leganés.



Este singular monumento fue creado con carácter temporal en mayo de 2004, con el nombre del Bosque de los Ausentes, a modo de hito conmemorativo durante la boda de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz. Su primer emplazamiento fue la Plaza del Emperador Carlos V, por donde pasó la comitiva nupcial camino de la Basílica de Atocha.



Una vez celebrado el enlace, fue desmantelado, aunque se tomó la decisión de reconstruirlo de forma permanente. El 4 de marzo de 2005, coincidiendo con el primer aniversario de los atentados, tuvo lugar la ceremonia inaugural, presidida por los Reyes de España y con la asistencia de los familiares de las víctimas.

El Bosque del Recuerdo se encuentra en el ángulo suroeste del Parque del Retiro, no muy lejos de la Estación de Atocha. Se trata de una montaña artificial, cercada por una lámina de agua, sobre la que hay plantados 192 árboles (170 cipreses y 22 olivos), que recuerdan a los fallecidos.