lunes, 20 de mayo de 2013

Escultura madrileña del primer Renacimiento (1): las 'capillas de los obispos'

En la primera mitad del siglo XVI hubo en Madrid una intensa actividad artística, con especial énfasis en el terreno de la escultura, que floreció gracias al mecenazgo de cuatro grandes personalidades, arraigadas en nuestra ciudad:

- Alonso de Castilla, obispo de Calahorra y La Calzada
- Gutierre de Carvajal, obispo de Plasencia
- Alonso Gutiérrez, tesorero real
- Beatriz Galindo "La Latina", preceptora de Isabel la Católica.

Bajo su patrocinio surgieron notabilísimos conjuntos escultóricos, no solo en la villa, sino también en otros puntos de Castilla. Lamentablemente, los madrileños no hemos sabido conservar más que unos cuantos restos, más allá de la espléndida Capilla del Obispo, que ha llegado hasta nosotros prácticamente intacta.

Un oficio clave en estas obras fue el de los entalladores-canteros, artífices de los adornos pétreos con los que se decoraban capiteles, sepulcros, portadas y demás elementos arquitectónicos, como era preceptivo en el plateresco, el estilo que triunfaba a principios del siglo XVI.

La ciudad tuvo su propio gremio de entalladores-canteros, la mayor parte de ellos de procedencia vasca, con nombres que, como Fernán Pérez de Alviz, Pedro de Alviz, Juan Navarro o Pedro de Goitia, se repiten insistentemente en la documentación de la época.

Estos artesanos se atrevían incluso con estatuas y relieves de envergadura, si bien este tipo de trabajos solía encargarse a escultores profesionales, mucho más diestros que aquellos en las tareas de modelación, de los que no había muchos en Madrid.

Por esta razón, se recurría a artistas foráneos, como Felipe Vigarny (1475-1543), Esteban Jamete (1515-1565), Gaspar Becerra (1520-1568) o Franciso Giralte (1510-1576), aunque también hubo escultores locales muy activos, caso de Francisco Hernández.


Estatua de Alonso de Castilla. Museo Arqueológico Nacional (Madrid). Fotografía: CERES.

A continuación repasamos el legado artístico de los obispos Alonso de Castilla y Gutierre de Carvajal, con sus respectivas capillas funerarias. Y es que Madrid tuvo la suerte de tener dos 'capillas de obispos', a cual más bella, pero desgraciadamente solo nos queda una.

Alonso de Castilla, obispo de Calahorra y La Calzada

Entre 1538 y 1541, Alonso de Castilla (1523-1541), obispo de Calahorra y La Calzada, se hizo levantar una capilla funeraria en el desaparecido Monasterio de Santo Domingo el Real, en cuyo solar se extiende hoy la plaza homónima.

El maestro de obras fue Fernán Pérez de Alviz, bajo la supervisión del arquitecto real Luis de Vega, de origen madrileño, que por entonces estaba al frente de la reforma del Alcázar de Madrid, junto con Alonso de Covarrubias.

La capilla contenía tres bultos sepulcrales, uno correspondiente al obispo y los otros dos a sus padres, presididos por un grandioso retablo de talla. Vemos, por tanto, un enorme paralelismo con la otra 'capilla del obispo', situada en el complejo parroquial de San Andrés, en la Plaza de la Paja, que analizamos más abajo.

Los cenotafios fueron encargados inicialmente a los entalladores-canteros Pedro de Alviz y Martín de Ibarra, pero finalmente recayeron sobre los prestigiosos escultores Felipe Vigarny y Esteban Jamete, aunque también intervino Gregorio Vigarny (o Gregorio Pardo), hijo de aquel.

El conjunto se perdió en el último tercio del siglo XIX, con la dolorosa demolición del monasterio. Solamente han llegado a nuestros días tres piezas, que forman parte de la colección del Museo Arqueológico Nacional, aunque no todas se exhiben en la exposición permanente.


Detalle de la estatua de Alonso de Castilla. Museo Arqueológico Nacional (Madrid). Fotografía: Margarita Estella.

La de mayores dimensiones es la estatua orante del obispo, hecha en alabastro por Esteban Jamete y Gregorio Vigarny. Curiosamente se encontraba en la Iglesia de San Pedro el Viejo, donde cabe entender que fue llevada desde Santo Domingo el Real por alguna razón desconocida.

Debido a esta deslocalización, hasta hace poco se creía que la figura correspondía a Fray Antonio de Luján, obispo de Mondoñedo, pero el escudo de los Castilla que hay labrado en la misma no deja lugar a dudas.


Asunción de la Virgen. Museo Arqueológico Nacional (Madrid). Fotografía: CERES.

Las otras dos esculturas que se conservan son una Asunción de la Virgen, realizada por Gregorio Vigarny, y una Virgen con el Niño, que algunos autores atribuyen a Francisco Hernández. Este escultor confeccionó igualmente el retablo de la capilla, del que no queda absolutamente nada.


Virgen con el Niño. Museo Arqueológico Nacional (Madrid). Fotografía: Margarita Estella.

En el Museo Arqueológico Nacional se exhibe también una cabeza de mármol de un paje, procedente de Santo Domingo el Real, de la que apenas se tienen datos. Es posible que formara parte de un sepulcro anterior al que acabamos de analizar, probablemente de la segunda mitad del siglo XV. La pieza posee una elevada calidad artística, con un estilo muy próximo al del escultor hispano-flamenco Egas Cueman.


Cabeza de paje. Museo Arqueológico Nacional (Madrid). Fotografía: CERES.

Gutierre de Carvajal, obispo de Plasencia

Al mecenazgo de Gutierre de Carvajal (1506-1559) se deben los impresionantes conjuntos escultóricos de la Capilla de Santa María y San Juan Letrán, en su honor llamada del Obispo, que figuran entre los más importantes del Renacimiento español. Están integrados por dos puertas labradas con relieves, tres bultos sepulcrales de alabastro y un soberbio retablo.

La primera de las puertas citadas da al exterior y fue confeccionada por algún discípulo por Francisco Giralte, con escenas bíblicas y escudos heráldicos. Mucho más valiosa es la segunda, situada en la parte interior, considerada como una obra maestra de la talla en madera. Los nombres de Francisco de Villalpando (1510-1561) y de Cristóbal de Robles se barajan como sus posibles autores.

Las restantes obras escultóricas fueron realizadas por Francisco Giralte (1510-1576), que, para tal fin, se instaló en Madrid a mediados del siglo XVI. Para el retablo contó con la colaboración de Juan de Villoldo "El Mozo", en las tareas de policromía, dorado y estofado.



Verticalmente, el retablo consta de tres calles, que se reservan a la vida de Jesucristo, y de cuatro entrecalles, en las que hay colocadas veintidós figuras de los Santos Padres y de los Apóstoles. Horizontalmente se organiza en sotobanco y tres cuerpos, con remate de ático con sobreático. Fue terminado hacia 1550.

A ambos lados del presbiterio, custodiando el retablo, se encuentran los cenotafios de Francisco de Vargas e Inés de Carvajal, padres del obispo.

El sepulcro de Gutierre de Carvajal, mucho más grande, queda a la derecha de la nave, encajado dentro del muro. No hay consenso sobre el año en que fue acabado: mientras algunos autores sostienen que el clérigo pudo verlo en vida (murió en 1559), otros retrasan la fecha hasta 1566.



Artículos relacionados

La serie "Escultura madrileña del primer Renacimiento" se completa con estos dos artículos:
- El mecenazgo del Tesorero
- El mecenazgo de Beatriz Galindo

Bibliografía

Los artistas de las obras realizadas en Santo Domingo el Real y otros monumentos madrileños de la primera mitad del siglo XVI, de Margarita Estella Marcos. Anales del Instituto de Estudios Madrileños XVII. Instituto de Estudios Madrileños. Madrid, 1980.

12 comentarios:

  1. Sencillamente, ¡magnífico!
    Gracias por el trabajo

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    1. Muchas gracias Rafael. Es todo un honor viniendo de ti. Un abrazo, Jesús

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  2. Hola Jesus. Fantastico trabajo, que conlleva una preparación y busqueda de documentación importante.
    Ademas nos muestras trabajos que seguramente no hemos visto o al menos no hemos valorado en su conjunto, como muestra de este arte, que nos ha quedado en madrid.
    Un abrazo.

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    1. Hola José:
      Gracias por el comentario. Lo poquito que nos queda de arte renacentista se encuentra muy disperso y muchas de las piezas ocultas en depósitos. Sería fantástico poderlas reunir.

      Un abrazo, Jesús

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  3. Hola Jesús,
    totalmente de acuerdo, has hecho un trabajo magnífico, gracias y ¡felicidades!
    Felizmente ya tenemos a nuestra disposición la Capilla del Obspo, ojalá pronto podamos volver a ver las maravillosas obras del Museo Arqueológico.
    Un abrazo

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    1. Hola Mercedes:
      Muchas gracias por tus palabras. Esperemos que el Museo Arqueológico reabra pronto (dicen que para finales de este año o principios del que viene, ¿será verdad?), aunque muchas de las obras de origen madrileño que ahí se conservan no están (o al menos, no estaban) en la exposición permanente.

      Un abrazo, Jesús

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  4. Hola Jesús,
    Al final va saliendo escultura medieval y renacentista madrileña en cantidad y calidad. De pronto eché en falta la estatua orante de Pedro I pero veo que ya está incorporada en el post anterior, junto con otras nuevas.
    Precioso y preciso trabajo. Esperamos las próximas entregas para completar este importante catálogo escultórico.
    Enhorabuena y un abrazo.

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    1. Hola Antonio:
      Hay algunas piezas muy notables, con una gran calidad artística. ¿Te imaginas cómo pudo ser la Capilla de Alonso de Castilla? Da escalofríos pensar que todas esas esculturas, de autores de tanto renombre, fueron destruidas, sin más.

      Gracias por tu mensaje. Abrazos, Jesús

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  5. Hola Jesús,
    Felicidades por una entrada magnífica. Qué pena que no se expongan las piezas de MAN a menudo porque son maravillosas y de una calidad indiscutible. Quizá el Museo de los orígenes o el de la ciudad podrían pedirlas prestadas para mostrar parte de lo que fue el maravilloso Santo Domingo el Real.
    Acerca de lo que comentas de la capilla del Obispo, a veces doy gracias que estuviera tantos años cerrada y escondida porque creo que fue la única forma que salvó semejante joya de piquetas incultas o afán ilustrado-modernizador.
    Un saludo y gracias por tan soberbia entrada

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    1. Hola Anónimo Castellano:
      Muchas gracias. Sería magnífico que todas estas esculturas de origen madrileño se pudieran exponer juntas. En el MAN no se pueden ver todas (al margen de su cierre temporal, muchas están en los almacenes) y hay otras en sitios recónditos y dispersos, como veremos en las próximas entregas.

      Con respecto a la Capilla del Obispo, tienes toda la razón. Se salvó de la quema que sí afectó a la contigua Iglesia de San Andrés durante la Guerra Civil, gracias a su "escondite".

      Abrazos, Jesús

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  6. Hola Jesús,
    ¡Qué magnífico periodo y cuanta barbarie hemos padecido! Si se hubieran conservado la mayoría de las obras, el MAN se nos hubiera quedado pequeño.
    Precioso post y espléndida labor de documentación.
    Como decía la canción, "...todos queremos más"
    Felicidades y un abrazo.

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    1. Hola Manuel:
      Gracias por tus palabras (excesivas). Es que somos unos bárbaros, ¿cómo se ha podido destruir un recinto semejante al de la Capilla del Obispo? No tiene nombre (bueno sí, salvajismo).

      Un abrazo, Jesús

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