lunes, 11 de noviembre de 2013

La Ermita de San Pablo (2): el salón de recreo y jardín

Apenas dos décadas después de ser construida, la Ermita de San Pablo fue objeto de importantes reformas y ampliaciones, destinadas a convertirla en un espacio lúdico y recreativo. Es posible que su desacralización diera comienzo en 1656, año en el que se efectuaron varios pagos a Francisco Rizi (1614-1685) por diversas decoraciones pictóricas.

Pero la gran transformación del templo tuvo lugar en 1659, cuando Bartolomé Zumbigo (1620-1682) y Sebastián de Benavente (1620-1689) recibieron el encargo de levantar un vestíbulo-salón de gran amplitud, cubierto por una bóveda, y una nueva fachada de aire clasicista. Cabe pensar en el empleo de materiales nobles, habida cuenta que el primero era un reconocido marmolista, además de arquitecto.

Las obras, que se prolongaron hasta 1667, incluían también una suntuosa ornamentación, para la que no se escatimaron medios. Ésta fue llevada a cabo por los pintores italianos Agostino Mitelli (1609-1660) y Angelo Michele Colonna (1604-1687), que habían llegado a Madrid por mediación de Diego Velázquez, para decorar el Salón de los Espejos del Real Alcázar.



Lo único que queda de su trabajo en la Ermita de San Pablo son dos bocetos. Uno de ellos es un cuadro al óleo, propiedad del Museo del Prado, aunque en depósito en el Museo de Historia de Madrid, que nos muestra su propuesta para la bóveda.

Como se aprecia en la imagen superior, utilizaban la técnica del trampantojo para simular diferentes elementos arquitectónicos, que, según algunos testimonios de la época, eran una prolongación de la columnata dórica que, mediante este recurso, se fingía en los muros.

Tras la muerte en 1660 de Mitelli, Colonna se puso al frente de la ornamentación exterior, con la ayuda de Dionisio Mantuano. La fachada fue pintada igualmente con trampantojos arquitectónicos, entre los que asomaban, a modo de grupos escultóricos, personajes de la fábula de Céfalo y Aurora.



Podemos hacernos una idea de los resultados finales, gracias a un dibujo conservado en la Biblioteca Nacional -el segundo de los bocetos que hemos señalado más arriba-. Se trata de una copia anónima de la primera mitad del siglo XVIII, realizada a partir de un original de Colonna, correspondiente al extremo izquierdo del frontón.

Otro documento gráfico de excepcional valor es un aguafuerte de Louis Meunier, fechado hacia 1665, en el que puede verse la decoración pictórica de la fachada recién terminada, además de cuatro bultos escultóricos, posiblemente de tamaño natural, que custodiaban la parte baja del edificio.

Con todo, lo verdaderamente relevante de este dibujo es la información que nos proporciona sobre la plaza situada junto a la ermita, que también fue remodelada para que en ella pudieran celebrarse representaciones teatrales al aire libre.



De hecho, las cuatro galerías enramadas que vemos en el grabado conformaban realmente un teatro elíptico, mientras que los restantes elementos, desde los parterres hasta las estatuas y las fuentes, fueron concebidos con un profundo sentido escenográfico, con la idea de quedar integrados dentro de la función teatral.

Mención especial merece la fuente que presidía el recinto, que estaba coronada por un Narciso con los brazos abiertos, con la cabeza inclinada para mirarse en el agua del pilón inferior. Esta figura fue fundida en bronce a partir del vaciado que hizo Velázquez de una imagen romana, durante su segundo viaje a Italia.


Fuente: Museo del Prado.

Aunque en el dibujo de Meunier no aparece, hay constancia de que, por aquella época, ya había sido instalada la escultura Carlos V dominando el furor (1551-64), junto con las estatuas de Felipe II y María de Hungría, todas ellas hechas en bronce por León y Pompeyo Leoni. Forman parte de la colección del Museo del Prado.



Saltamos en el tiempo hasta 1778, año en el que Domingo de Aguirre (1742-1805) hizo un nuevo dibujo de la plaza de San Pablo, propiedad de la Biblioteca Nacional. Más de un siglo después de su profunda reforma, la ermita aparecía sin los trampantojos de Colonna, completamente borrados, si bien seguían en pie las cuatro estatuas que guardaban su base.

Entre estas últimas, podemos reconocer en los flancos de la entrada central los retratos de bronce de Felipe II y María de Hungría, a los que nos hemos referido más arriba.

En cambio, el jardín aún mantenía todos sus elementos principales. Pese a que Aguirre modifica la perspectiva de Meunier, pueden distinguirse fácilmente las galerías enramadas antes citadas (al fondo), mientras que, en un plano preeminente, se destacan la Fuente de Narciso (a la derecha) y la estatua de Carlos V (en el centro), que, ahora sí, puede apreciarse con plena nitidez.

Detalle del dibujo anterior.

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- La Ermita de San Pablo (1): la primera construcción

17 comentarios:

  1. Un post fantástico el dedicado a la segunda vida de la ermita de San Pablo. Lástima no conservar mcuhos más bocetos de los realizados por Mitelli y Colonna para los palacios reales y sobre todo de la calidad de este que muestra el aspecto definitivo del techo. Por su gran tamaño uno puede imaginarse a los dos Boloñeses sosteniéndolo cada un por un extremo para mostrárselo a Felipe IV para que diera su aprobación. Creo que te has liado con la frase "propiedad del Museo de Historia de Madrid, aunque en depósito en el Museo del Prado" porque es propiedad del museo del Prado y está en depósito en el Museo de Historia de Mandrid.
    Gracias por este descubrimiento.

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  2. Hola Boro:
    Muchas gracias por tu comentario y por tu apunte. Ya está corregido el error. ¡Vaya despiste! Es verdad, el boceto era lo bastante grande (prácticamente, 2x3 metros) como para hacer verosímil la escena que relatas. Debió ser curiosa la presentación al monarca y, ya puestos a imaginar, con Velázquez haciendo acto de presencia.

    Gracias nuevamente y un abrazo, Jesús

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  3. Hola Jesús,
    Es un trabajo excepcional. Nos has situado en medio de esa plaza tan teatral y no hay detalle que se escape.
    He observado algo muy curioso: En el lienzo del techo de Mitelli y Colonna se ven tres entradas de luz a modo de lunetos en uno de los lados mayores que se corresponden con los representados en las imágenes siguientes de la fachada. Lo curioso está en que la sala, rectangular, era más ancha que larga, efecto muy barroco e italianizante que se confirma en la imagen de 1778.
    Enhorabuena por esta magnífica serie y un abrazo.

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    1. Hola Antonio.
      Gracias a ti por tu comentario y, sobre todo, por tus aportaciones, que tanto nos ayudan a comprender la fisonomía que tuvo este edificio. Fíjate que me he pasado horas mirando las imágenes y no había caído en el detalle que comentas. ¡Y es elemental Gracias por ser tan observador.

      Un abrazo, Jesús

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    2. Que observador y que buen apunte, ahora que Antonio lo dice esta claro que al edificio se entraba por un de los lados largos y que el fresco del techo representaba incluso los vanos de las fachada.

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    Ania & Jon

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    Jesús, ¡felicidades!
    Y una vez más, muchas gracias por el enlace.
    Un abrazo

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  6. Hola Mercedes:
    Gracias a ti. Y, por supuesto, en cuestión de trampantojos, tú eres la referencia (y en un montón de cosas más)!!

    Un abrazo, Jesús

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  7. Un ejemplo más del Madrid de Carlos II, reinado durante el cual se eirgieron o reconstruyeron algunos de los edificios más característicos de la Villa: Casa de la VIlla, recontrucción de la Plaza Mayor y la Casa de la Panaderia, Iglesia de las Calatravas, San Antonio de los Alemanes, etc...en breve quiero iniciar una serie sobre los frescos alegóricos de Carlos II en la provincia de Madrid: Casa de la Panadería, Salón de Plenos de la Casa de la Villa, Escalinata de El Escorial, despacho de Carlos II en Aranjuez, etc

    Un saludo

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    1. Esperamos ansiosos esa serie de artículos sobre los frescos alegóricos. Por mi parte, yo tengo preparado un reportaje sobre una pintura anónima del Paseo del Prado, hecha durante el reinado de Carlos II, que publicaré más adelante. Espero que complemente el soberbio trabajo que estás llevando a cabo en tu blog.

      Un abrazo y gracias por tu comentario, Jesús

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    2. Si es la pintura que yo conozco, es la que se encuentra en el Museo Thyssen de Madrid y representa la entrada a Madrid de un embajador y su séquito...la espero con ansia también.

      Un abrazo

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    3. Es otra, que no se conoce tanto. Y creo que revela aún mejor que la pintura a la que te refieres el aspecto que tenía Madrid durante el reinado de Carlos II.

      Muchas gracias y feliz fin de semana, Jesús

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  8. Hola Jesús. Excelente segunda parte! Un descubrimiento total para mi, como ya comenté, el de las ermitas de El Retiro. Esta claro que soy un neófito comparado con vosotros.
    Un abrazo.

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    1. Hola José:
      Como diría Mercedes, todos los blogs de la Madroñosfera nos complementamos, abordamos puntos de vista diferentes, a cada cual más enriquecedor. Poco a poco y entre todos, escribimos la pequeña historia (y también la grande) de nuestra ciudad.

      Muchas gracias por tus palabras, como siempre. Un abrazo, Jesús

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  9. Me ha gustado ver este documento de la Biblioteca Naciomal que muestra en detalle parte del trampantojo de la fachada de la ermita. Sólo conocía la estampa de Meunier en la cual es difícil apreciar plenamente el efecto escultórico.
    Saludos cordiales
    Anne

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  10. Muchas gracias Anne. Esa obra es una auténtica joya, pues nos proporciona una información valiosísima, que Meunier, algo más torpe en el dibujo, no supo captar.

    Recibe un abrazo muy fuerte, Jesús

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