lunes, 27 de enero de 2014

Dos obras de Rafael de La-Hoz

Rafael de La-Hoz Castanys es uno de los arquitectos que más están contribuyendo a definir el Madrid del siglo XXI. No en vano se ha responsabilizado de algunos de los proyectos más ambiciosos de los últimos años, como los centros empresariales de Endesa, Repsol y Telefónica, que ya forman parte de nuestro perfil urbano.

Junto a estos gigantescos complejos, ha llevado a cabo obras de menor envergadura, que, no por ello, pierden en interés. Es el caso de la sede de A.M.A., situada en la Vía de los Poblados, y del inmueble construido en el número 48 de Gran Vía, dos de sus últimas intervenciones en la capital, que analizamos a continuación.

Sede de A.M.A.

Nuestro primer destino es la nueva sede de la Agrupación Mutual Aseguradora (A.M.A.), que se encuentra en el Parque Empresarial Cristalia, dentro del Campo de las Naciones. Fue edificada en el año 2010 e inaugurada en enero de 2011, aunque el proyecto data de 2006.



Con una superficie de más de 10.000 metros cuadrados, distribuidos en siete pisos, el edificio se concibe como un enorme paralelepípedo oblicuo, que se levanta del suelo desde una planta menor a la realmente ocupada. La sensación final es la de una fachada que va aumentando en volumen hasta alcanzar su plenitud a partir del segundo nivel de altura.


Esta configuración da lugar a dos voladizos laterales en plano inclinado, que, externamente, hacen más liviano el conjunto, al tiempo que permiten la conexión visual de los distintos elementos del paisaje. Internamente, la inclinación se aprovecha para crear, en uno de los voladizos, un auditorio.


Las fachadas reflejan las tensiones que confluyen en la estructura por medio de líneas diagonales, que recorren de arriba a abajo las caras longitudinales, en sentido divergente. Este trepidante ritmo se apacigua en los extremos, donde prima la horizontalidad.


Gran Vía, 48

Nos dirigimos ahora a la Gran Vía, esquina con la Calle de Tudescos, donde se ubica el primer inmueble construido en el siglo XXI en esta emblemática avenida. Ocupa el solar del desaparecido Banco Atlántico, un edificio de hormigón y cristal, levantado en los años sesenta del siglo XX y derribado en 2011, que siempre suscitó polémica.



Rafael de La-Hoz plantea un proyecto respetuoso, que no llama la atención, en el que se mantienen los ritmos, proporciones y alturas de los edificios colindantes. Todo ello interpretado con claves actuales, "ya que la nueva arquitectura no utiliza volutas, cariátides, cornucopias y bajorrelieves, a diferencia del resto de la calle", según sus propias palabras.

Tampoco los materiales son los de antes, aunque inicialmente, siguiendo ese principio de dialogar con la arquitectura existente, se contempló la posibilidad de utilizar revoco para la fachada, en la línea de otros inmuebles de la Gran Vía.

Finalmente se optó por un granito de procedencia gallega, cuyo suave colorido (un beige muy tenue, casi imperceptible) queda perfectamente integrado dentro del entorno, sin que ello menoscabe la especificidad cromática del edificio.



El principal reto del proyecto fue salvar la fractura que provoca la considerable altura del vecino Palacio de la Prensa, muy superior a la de la manzana donde se integra el edificio. Rafael de La-Hoz lo resuelve con una armónica combinación de volúmenes, que facilita el escalonamiento de las distintas alturas.

Mención especial merece el cuerpo cúbico de la parte superior, concebido como el 'peldaño' por el que se desciende visualmente desde el Palacio de la Prensa. Por su disposición en voladizo, como suspendido en el aire, creemos ver en este elemento un pequeño homenaje del autor a su padre, el también arquitecto Rafael de La-Hoz Arderius, que en la celebrada Torre Castelar buscó el mismo efecto de ingravidez.



A todo ello se añade el juego de líneas de las fachadas, conseguido mediante el cruce asimétrico de ejes verticales y horizontales, que no solo proporciona dinamismo a la composición, sino también profundidad, gracias a una configuración en saliente.

El edificio tiene una superficie de más de 12.000 metros cuadrados, que dan cabida a un total de trece plantas. Es de uso residencial y consta de 97 apartamentos, todos ellos de alto standing, que pueden llegar hasta los 310 metros cuadrados.

lunes, 20 de enero de 2014

La antigua sede de 'El Correo Español'

Nos dirigimos al número 14 de la Calle de Pizarro, en pleno barrio de Malasaña, donde se encuentra la antigua sede del periódico El Correo Español, un edificio de principios del siglo XX, convertido hoy día en hostal, con el que recuperamos la sección "Modernismo madrileño".

Se trata de una de las pocas obras que quedan en pie en nuestra ciudad de Mauricio Jalvo Millán (1867-1932), un arquitecto que desarrolló un estilo imaginativo y personal, a partir de rasgos modernistas libremente interpretados, combinados eclécticamente con otros elementos.



El Correo Español fue fundado en el año 1888 por el periodista Luis María de Llauder, como la gaceta oficial del Partido Carlista. Contó con el impulso de Enrique Aguilera y Gamboa, el célebre marqués de Cerralbo, a quien los madrileños debemos la magnífica casa-museo que lleva su nombre, situada en el barrio de Argüelles.

A principios del siglo XX el periódico se hizo con un inmueble en la Calle de Pizarro, donde, además de instalar sus oficinas y rotativas, terminaría creando la llamada Casa de los Tradicionalistas, alentado por el partido que le auspiciaba.

Mediante esta iniciativa, los carlistas darían la réplica a las Casas del Pueblo, que el Partido Socialista Obrero Español estaba implantando con notable éxito en numerosos puntos del país.



El proyecto de remodelación y acondicionamiento fue encargado en 1910 a Jalvo Millán, curiosamente el mismo autor que, dos años antes, había levantado en la Calle de Piamonte la Casa del Pueblo más grande de España, sin duda alguna una de sus mejores creaciones, tristemente derribada en 1953.

La inauguración tuvo lugar el 9 de marzo de 1912, tal y como recogió la publicación semanal Nuevo Mundo, que se mostró muy complaciente con los resultados: "del antiguo caserón, destartalado y ruinoso a la magnífica Casa de los Tradicionalistas, que hoy ocupa aquel lugar, media una gran diferencia, salvada por el arte, el talento y la constancia del arquitecto, que ha tenido que vencer dificultades casi insuperables".


El inmueble, antes y después de la intervención de Jalvo. Revista 'Nuevo Mundo' (1912).

Del edificio ideado por Jalvo Millán se conserva prácticamente intacta la fachada, no así el interior, que ha resultado muy transformado con el paso del tiempo, sobre todo a raíz de su adecuación como hostal. Su última gran reforma tuvo lugar en la primavera de 2008.

Haciendo gala de su particular eclecticismo, el arquitecto planteó una fachada asimétrica, en la que pueden distinguirse dos influencias principales. La secesión vienesa parece vislumbrarse en la planta baja, en el mirador lateral, en las pilastras y en el ático, mientras que en los ventanales y en el balcón principal se recurre al neogótico.



Según los investigadores Óscar Da Rocha y Ricardo Muñoz, esta duplicidad obedecía al deseo de diferenciar los dos usos con los que fue concebido el edificio. La función periodística quedaba representada en una corriente de vanguardia, como el modernismo austriaco, mientras que las soluciones neogóticas referenciaban el ideal de la Casa de los Tradicionalistas.

Los citados autores también destacan la singularidad del inmueble en el contexto arquitectónico madrileño, por la "adopción de un estilo medievalista, más habitual en la arquitectura religiosa que en la industrial o comercial".

Y terminamos con una breve reseña a los trabajos de forja que decoran los vanos de la planta inferior y, sobre todo, el balcón principal, con su barandilla y las dos soberbias lámparas que flanquean los lados.



Bibliografía

El Marqués de Cerralbo (1845-1922): biografía política, de Agustín Fernández Escudero. Universidad Complutense. Madrid, 2012

Revista Nuevo Mundo, número 949 (14 de marzo de 1912), página 32. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

Madrid modernista: guía de arquitectura, de Óscar Da Rocha Aranda y Ricardo Muñoz Fajardo. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2007

El modernismo en la arquitectura madrileña: génesis y desarrollo de una opción ecléctica, de Óscar Da Rocha Aranda. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009

Historia de la Calle de Pizarro (antes de la Magdalena Alta), de M. R. Giménez. Blog Antiguos cafés de Madrid y otras cosas de la Villa, Madrid, 2012

lunes, 13 de enero de 2014

Los restos románicos de la Iglesia de la Almudena

Santa María de la Almudena fue la primera iglesia que se levantó en la capital. Estuvo situada en la Calle Mayor, frente al Palacio de los Consejos. Lamentablemente pocos son los restos que conservamos de ella, tras desaparecer en el año 1868, víctima de las obras de construcción de la Calle de Bailén.

Hablar de su historia es hablar de la historia misma de Madrid. Su origen está rodeado de los mismos enigmas que se ciernen sobre el nacimiento de la ciudad, acerca de la posible existencia de una población estable antes de la llegada de los musulmanes en la segunda mitad del siglo IX.


La iglesia en un grabado del siglo XIX. Museo del Romanticismo.

¿Hubo un primer templo visigodo? A favor de este planteamiento se encuentran varias crónicas del siglo XVII, que, convenientemente depuradas de fabulaciones, permiten dar crédito a ciertos detalles. Es el caso de la losa sepulcral hallada dentro del claustro de la iglesia, de la que dan cuenta tanto Jerónimo de Quintana (1576-1644) como Gil González Dávila (1570-1658).

La lápida fue descubierta en el año 1618. Al parecer, contenía varias inscripciones, entre ellas una reveladora fecha escrita en caracteres latinos, que, en función de las distintas versiones, se correspondería bien con el año 697, bien con el 735. Es decir, con el periodo visigótico.

Con la fundación de Mayrit a manos del emir Muhammad I, cabe pensar que la iglesia fue reconvertida en mezquita (tal vez la principal de la nueva población andalusí) y que así se mantuvo hasta 1085, cuando el rey Alfonso VI (1047-1109) entró en la ciudad y la hizo otra vez cristiana.

Pero dejemos el terreno de las hipótesis y vayamos al de las certezas. De lo que no hay ninguna duda es que el monarca castellano mandó reconstruir el antiguo templo (ya fuera la iglesia visigoda transformada en mezquita o, directamente, una mezquita de nueva factura), que quedó ampliado con unas dependencias conventuales y un claustro por el lado norte.

Tradicionalmente se ha pensado que el edificio impulsado por Alfonso VI era mudéjar, por ser la fábrica dominante en otras iglesias medievales madrileñas. Pero unos trabajos de acondicionamiento llevados a cabo en 1999 en la Calle de la Almudena, cerca de la confluencia de Mayor con Bailén, sacaron a la luz diferentes elementos arquitectónicos pertenecientes al templo, al más puro estilo románico.


Detalle de 'Le Chateau de Madrid', de Jan Cornelius Vermeyen, con San Miguel de la Sagra en primer término.

Puede sorprender la presencia del románico en Madrid, pero si echamos un vistazo al dibujo Le Chateau de Madrid (El Castillo de Madrid), realizado por Jan Cornelius Vermeyen hacia 1534, creemos reconocer este tipo de trazas en la desaparecida Iglesia de San Miguel de la Sagra, que estuvo junto al Real Alcázar.

No debe extrañar. Debido a su situación en el centro peninsular, el territorio que ahora ocupa la Comunidad de Madrid fue el punto de confluencia de las corrientes artísticas que triunfaban tanto en el norte (el románico puro y el románico-mudéjar) como en el sur (el mudéjar toledano). Todos estos estilos están presentes en diferentes puntos de la provincia.


Fuente: Arteguías.

En las citadas obras de la Calle de la Almudena, fueron desenterradas las cimentaciones de un ábside semicircular románico y de un testero recto del siglo XVII, actualmente visibles a través de una ventana arqueológica situada al principio de la vía.

También fueron descubiertas nueve piezas pétreas medievales, que fueron reutilizadas como materiales de construcción en la gran reforma de 1638, en la cual la iglesia adquirió la planta con la que llegó al siglo XIX, cuando fue derribada.


Fuente: Arteguías.

Los fragmentos más interesantes son una imposta ajedrezada y dos capiteles, uno decorado con un ave que inclina su cabeza hasta picotearse las patas y otro con ornamentaciones vegetales.

A ellos se añaden dos sillares con marcas de cantero (uno de ellos con una flor de lis), el tambor de un fuste, una pieza adornada con motivos vegetales, una parte de un arco abocelado y la clave de un arco que se decora con bocel y listoncillo.


Fuente: Arteguías.

Todo este patrimonio forma parte de la colección del Museo Arqueológico Regional, que la Comunidad de Madrid inauguró el 25 de mayo de 1999 en el antiguo Convento Dominico de la Madre de Dios, en la Plaza de las Bernardas, de Alcalá de Henares.


'Nuestra Señora de Flor de Lis' (siglo XIII).

Otra de las piezas románicas conservadas es una pintura al fresco de la Virgen de Flor de Lis, que fue encontrada en 1623 detrás del retablo mayor de la iglesia. Aunque la tradición sostiene que la mandó pintar Alfonso VI tras conquistar Madrid en 1085, parece más correcto pensar que fue hecha en el siglo XIII. En 1911 fue trasladada a la cripta de la Catedral de la Almudena.


Fuente: CERES.

Y terminamos con un sepulcro que, si bien no es románico por el momento en que fue realizado (hacia 1487), sí que muestra una clara influencia de este estilo en la concepción esquemática de sus relieves. Sirvió de enterramiento a Diego de Párraga, que aparece representado en la lápida. Fue llevado al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, una vez derribada la Iglesia de la Almudena en 1868.

lunes, 6 de enero de 2014

Cuatro años de 'Pasión por Madrid'

Tal día como hoy nacía Pasión por Madrid y lo hacía con la vocación de dar a conocer el patrimonio de nuestra ciudad y de su comunidad autónoma. Cuando arrancamos aquel día de Reyes de 2010, no podíamos imaginar que el proceso iba a ser inverso, que los aprendices íbamos a ser nosotros y que íbamos a descubrir que Madrid tiene infinitos matices, que están deseando ver la luz.

Pero, en todo este tiempo, también nos hemos dado cuenta de que el patrimonio de la ciudad sigue estando en peligro, como si todavía arrastráramos el espíritu destructor de décadas pasadas, bajo el cual sucumbieron decenas de conventos, palacios, iglesias, jardines, fuentes y hospitales.

Solo esperamos que esta nueva corriente especulativa pueda verse frenada de algún modo. Tal vez pueda hacerse desde la divulgación, para que todos tomemos conciencia de nuestra riqueza patrimonial y de lo importante que resulta preservarla. Y es que estamos convencidos de que éste es el gran problema: que los madrileños no aman lo suficiente su ciudad, porque realmente la conocen muy poco.

Si, en estos cuatro años, hemos contribuido en algo a esta labor divulgativa, nos damos con un canto en los dientes, por muy pequeño que sea el granito de arena que podamos aportar. Aunque el mérito, en cualquier caso, siempre será vuestro, por haberos asomado a las páginas de Pasión por Madrid y por estar siempre ahí, apoyándonos en todo momento. Vaya por delante nuestro agradecimiento.

Las entradas más visitadas de 2013

Las Galerías Piquer, en el Rastro madrileño, encabeza la lista de los artículos con mayor número de visitas. Fueron diseñadas por José de Aspiroz e inauguradas en 1950, con la asistenta de Concha Piquer, una de sus promotoras.

La segunda entrada más popular estuvo dedicada al primitivo Palacete de la Moncloa, destruido durante la Guerra Civil. El actual edificio, residencia del Presidente del Gobierno, poco tiene que ver con el original.

El tercer lugar lo ocupa el reportaje titulado 'El desagüe de los embalses'. Las lluvias de la primavera nos permitieron ver espectaculares cascadas en las presas construidas sobre el río Lozoya. En la imagen, el embalse de Puentes Viejas.

Del Dolmen de Entretérminos, que estuvo situado en Collado Villalba, no quedan más que unos cuantos restos del ajuar funerario. Desapareció durante la Guerra Civil, aunque antes ya fue saqueado.

El Palacio de la Música fue levantado entre 1924 y 1926. En el siglo XXI se iniciaron las obras para su recuperación como sala de conciertos, pero en 2013 se anunció que iba a ser convertido en una tienda de ropa.